Finalmente, remontando 17 puntos en las dos últimas carreras el campeón del mundo de F1 ha sido nuestro finlandés bebedor. La verdad es que hubiese preferido que ganase Alonso para dar en la boca a todos esos que ponen a parir a cualquier español que triunfe a nivel mundial sin darle patadas a un balón. Sin embargo, existe cierta justicia en la victoria de Raikkonen, que ya había sido dos veces subcampeón con muchísima mala suerte. Este fin de temporada ha tenido toda la suerte que en los demás años le ha faltado.
Por otra parte, prefiero cien veces un tio que se le rompe el coche en Mónaco y se va a un yate a tomarse copas que un tipo arisco que ni tan siquiera sabemos si esta casado o no; y un tipo que pasea a su hermano en silla de rueda por lo circuitos en plan Madre Teresa de Maclaren. Aunque reconozco que la bordería de Alonso con los periodistas tiene su gracia.
En cuanto a Hamilton, poco hay que decir después de su gran final de temporada. Bueno, una imagen vale más que mil palabras:
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