Acabo de leer este artículo en basketconfidencial y me ha parecido muy honesto e interesante, así que lo copio tal cual. Espero que no me denuncien por ello.
Los aficionados al baloncesto deberiais pasaros por allí de vez en cuando. Está muy bien dicha página.
Acabo de ver el partido entre el Unicaja y el Adecco Estudiantes. Estaba aquí, en casa, y tenía la ventaja de ver las jugadas repetidas. Después de la acción decisiva de Jorge Garbajosa no he podido evitar que mi memoria me trasladara siete u ocho años atrás. Veía un partido de fútbol y tenía paralelismo con lo que les voy a contar.
Me explico: entonces el Málaga C. F. disputaba un partido decisivo frente al Tarrasa en el que necesitaba marcar cuatro o cinco goles –no sé el dato exacto ahora mismo– para volver a Segunda División después de varias temporadas en el pozo de Tercera y Segunda B. El campo estaba lleno, con unos cuarenta mil espectadores. Y los tantos empezaron a llegar. En principio pensé que el portero del equipo catalán era muy malo, pero cuando agarró un balón y de pronto se le escapó en el área pequeña justo a los pies de Guedes, delantero local, empecé a cavilar: “Ese tío está comprado. No tiene explicación lo que ha hecho”. Y me comí el coco sobre la conveniencia o no de publicar eso al día siguiente, pero no fui capaz. Ni yo ni nadie. Era toda una ciudad volcada con el retorno a la antesala de la élite; la fiesta se celebraría por todo lo alto; se trataba de un anhelo de muchísima gente… ¿Quién se atrevía a contar aquello en un periódico? Creo que desistí de inmediato al ver la cara de ilusión de los aficionados. Pero siempre me quedó esa espina dentro.
Con el paso del tiempo ya se llegó a decir en todos los medios que, efectivamente, aquel portero del Tarrasa estaba ‘comprado’. Era imposible de demostrar, pero la creencia de que eso fue así es hoy día de dominio general entre los aficionados malaguistas.
El laberinto del periodista empieza cuando duda entre publicar una información que puede perjudicar a los equipos de su ciudad o a los intereses de su medio. O ambas cosas, que muchas veces van íntimamente vinculadas. Quizás uno de los problemas actuales de este oficio es que los profesionales, a veces, estamos mucho más pendientes del qué pensarán que de ejercer nuestra labor de la forma más íntegra posible. En realidad, somos fiel reflejo de la sociedad en la que vivimos.
Bueno, les aclaro lo de la jugada de Garbajosa. Nada más verla, a través de televisión y en directo, me pareció una genialidad del extraordinario jugador de Torrejón de Ardoz, como a todos los que estaban en el Martín Carpena. El partido estaba empatado y, a falta de tres segundos para el final, el ala-pívot había desbordado a Carlos Suárez y con el pie ya en la pintura lanzó de forma dificultosa y en carrera para encestar limpiamente. Al concluir el encuentro, repitieron un par de veces la acción: a la primera me pareció que Garbajosa había cometido pasos. Fue en la segunda, desde otro ángulo, cuando comprobé perfectamente que el jugador del Unicaja deja de botar y da tres pasos para zafarse de Suárez, liberarse y encestar.
Ya les digo que es muy complicado de ver en el campo. Ni observé reclamaciones del banquillo estudiantil, que lo tenían muy cerca. Pero es obvio que se trata de una acción de esas que meten a los periodistas en un laberinto. Y del que nunca suelen salir. Se quedan dentro. Es más cómodo; da menos problemas.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
1 comment:
Post a Comment